

🌿 El Claro del Propósito: cuando trabajar es florecer
Hay algo que rara vez se nos enseña: el trabajo puede ser un territorio de expansión personal. No solo una fuente de ingresos, ni un deber heredado, ni un campo de batalla entre cansancio y logro. Trabajar también puede ser sembrarse. Y florecer.
Cada persona vive el trabajo de una manera única. Y aunque los contextos, roles y estructuras influyen, el bienestar en lo laboral tiene mucho que ver con cómo nos posicionamos, cómo nos damos y cómo recibimos. Incluso en entornos desafiantes, hay pequeños claros que podemos abrir: espacios donde el sentido y el crecimiento pueden echar raíces.
Para hablar de esto, quiero compartirte una metáfora…
🐾 El Claro del Propósito
Cuentan que más allá del bosque de lo cotidiano, existe un claro invisible a simple vista, donde los seres llegan no solo a ganarse la vida, sino a encontrarse consigo mismos a través de lo que hacen.
Una mañana llegaron cuatro viajeros.
El primero era un castor, trabajador incansable, que durante años había levantado estructuras ajenas. En ese claro, por primera vez, se preguntó si lo que construía afuera también lo construía por dentro.
La segunda, una gata libre, autónoma, que ofrecía cuidados, creatividad y su manera única de estar. Había aprendido a sostener su independencia, pero entendió que incluso ella necesitaba tomar, no solo dar.
El tercero, un colibrí inquieto, emprendedor de mil ideas, que deseaba crear algo propio, algo nuevo. En el claro, descubrió que crecer también significaba saber cuándo parar a nutrirse.
Y la cuarta, una loba de mirada profunda. Había sido guía y directiva, conocía los ciclos, la importancia del respeto por los ritmos y la memoria de los equipos. En el claro, no dirigía: acompañaba desde la sabiduría silenciosa.
Allí, cada uno encontró su espacio. Sin competir. Sin disfrazarse. Aprendiendo a habitar su rol como trabajador y ser humano al mismo tiempo.
Porque en ese claro, el trabajo no era solo producción.
Era reflejo.
Era danza.
Era equilibrio entre dar y tomar, entre seguir y liderar, entre crear y sostener.
Un día brotó un árbol en medio del claro. No lo plantó nadie. Fue la consecuencia natural de su convivencia. Lo llamaron el Árbol del Sentido Compartido. Cada vez que alguien se atrevía a vivir su trabajo desde un lugar más genuino, el árbol crecía un poco más.
🌱 Trabajar también es sembrarse
En la vida real —y no en el bosque de la metáfora— todos ocupamos distintos lugares: empleados, directivos, autónomos, emprendedoras, personas que buscan su sitio, otras que lo redefinen. Todos, sin excepción, somos trabajadores, sí… pero por encima de todo, seres humanos.
El bienestar en el trabajo no depende únicamente del contexto, sino también de nuestra capacidad de darnos un lugar justo, de respetar las jerarquías de conocimiento, de equilibrar lo que aportamos con lo que tomamos, y de reconocer que pertenecemos temporalmente a un espacio que también nos transforma.
Quizás no todos los días podamos ir al Claro del Propósito…
Pero sí podemos llevar un poco de ese espíritu a nuestro día a día.
¿Y tú?
¿Dónde estás sembrándote hoy?
¿Desde qué lugar estás trabajando?
¿Tu hacer te refleja o te desgasta?
¿Qué podrías cambiar, no afuera, sino en tu manera de estar?
