


El síndrome del calcetín rebelde
(Un cuento para trabajadores con alma y con ojeras)
Había una vez —y sigue habiendo, cada lunes a las 7:00—, personas como tú y como yo que intentan hacer bien su trabajo sin perder la salud mental en el intento. Entre ellas, estaba Julián.
Julián podía ser administrativo, conductor, profe, comercial, jardinero o recepcionista. Lo que importa no es el cargo, sino que cada mañana se levantaba con energía suficiente como para dos cafés… y cada noche llegaba a casa con la sensación de haber sido exprimido como un limón de paella de domingo.
El problema no era el trabajo en sí. Era todo lo que el trabajo traía pegado como chicle en la suela:
- Jefes que hablan como si estuvieran dictando desde un castillo.
- Compañeros que sonríen mientras te clavan el bolígrafo metafórico.
- Reuniones infinitas donde nunca se decide nada.
- Y una comunicación laboral que muchas veces parece escrita en arameo.
Julián se sentía como ese calcetín que siempre aparece solo después del lavado: revuelto, sin par, perdido dentro de un sistema que no entiende pero del que tampoco puede salir sin quedarse descalzo.
Y así fue acumulando…
Bronquitas sin decir.
Tensiones en los hombros.
Frustración con envoltorio de “no pasa nada”.
Y una extraña habilidad para adivinar los estados de ánimo ajenos… pero no los suyos.
Hasta que un día, ya no pudo más. No fue una gran crisis ni un despido escandaloso. Fue algo más silencioso: se dio cuenta de que ya no quería ir a trabajar. No porque odiara su empleo, sino porque había dejado de reconocerse en él.
Y en lugar de estallar o huir a la montaña, hizo algo revolucionario en estos tiempos de multitareas y filtros de productividad:
Pidió ayuda.
Así conoció el coaching. Un espacio sin uniforme, sin jerarquías, donde podía ponerle nombre a lo que sentía sin que nadie le recortara el discurso con un “bueno, pero eso nos pasa a todos”.
En esas sesiones descubrió algo poderoso:
Que muchas veces no hay que cambiar de trabajo para estar mejor.
A veces basta con cambiar de postura interna.
Dejar de llevarse todo puesto.
Aprender a decir “esto sí, esto no”.
Reconocer lo que le dolía, lo que le tocaba… y lo que simplemente no era suyo.
No se convirtió en un gurú.
Ni en jefe.
Ni en influencer de LinkedIn.
Siguió siendo Julián, trabajador con alma, con sus lunes pesados y sus viernes de “por fin”.
Pero ahora sabe reconocer cuándo está cargando más de la cuenta.
Cuándo necesita hablar.
Cuándo un “no” es el verdadero acto de autocuidado.
Y cuándo vale la pena soltar… aunque sea un calcetín que no vuelva.
Este cuento es para ti
…si alguna vez sentiste que trabajas mucho y disfrutas poco.
…si te cuesta poner límites, hablar claro o salir del bucle del cansancio emocional.
…si querés estar bien en tu trabajo sin tener que reinventarte de cero ni escapar del mundo.
Te ofrezco un espacio para conversar, reordenar y respirar.
Primera sesión gratuita.
Sin compromiso. Sin receta mágica. Solo acompañamiento humano y sistémico.
Antonia Llambías Gomila
Coach sistémica y terapeuta de bienestar
Mail: antoniallambias@gmail.com
WhatsApp: 647 508 694